lunes, 18 de abril de 2011

El enemigo de uno, se encuentra en su propia casa.

Durante esta semana he podido hacer un poco de turismo por Bolívia, aprovechando que la escuela cerraba sus puertas por vacaciones.

He aprovechado para conocer Potosí y Sucre. Son ciudades pequeñas, bien hermosas y con aires coloniales, que nos recuerdan nuestro paso destructivo y abusivo. Pero esto a aparte, son ciudades por las que merece la pena perderse unos días. Ciudades tranquilas, donde el tiempo transcurre sosegado y donde uno de puede perder pos sus calles para ver con que regalo escondido nos sosprende la ciudad.

He viajado sola, pero poco tiempo lo estuve. Durante el camino me he ido encontrando otros viajeros, viajeros ocasionales, de corta media durada o gente que hace del viajar su modus operandi, viaja durante años...y ya no recuerda de donde viene o lleva consigo la nostalgia de su centro, que le absorve hacia su vuelta immediata. 

Hay espacio para todos, hacer del uno más uno, una família temporal.

Pero entre esos buenos recuerdos, del compartir, del cuidarse, de ser una família, del trueque, de las historias de vida...aparece como pesadilla, el recuerdo de que hay cosas que muchos aún no han superado...los prejuicios se acentúan, la desconfianza, la apariencia que nos parece presentarse con aire de delicuencia...

He podido observar durante estos días y no una sola vez si no en diversas ocasiones, al ir Yo (blanquita y europea) acompañada de compañeros (morenitos, peruanos, con cara de maleantes) una actitud hacia mi de protección, de querer librarme de las garras de esas personas potencialmente peligrosas. Potencialmente peligrosas porque son más morenas o porque su rostro refleja quizás la dureza de su pasado o porque a su genética se le antojó unos ojos negros de mirada profunda o porque su origen es el país con uno de los índices más altos de delincuencia. 

Durante estos días he sido testigo de varias situaciones de descriminación o de prejuicio, como el de no querer alquilar un cuarto de una pensión, decir que está todo ocupado por no querer albergar a alguien por ser demasiado moreno y parecer peruano (en Bolivia se desconfía mucho de los peruanos, puesto que muchos realizan actividades delictivas en el país) y decirme la misma persona si yo le conocía, que era el caso, y que fuera con cuidado con este tipo de personas. 

Otro caso viene cuando un grupo de chicas y chicos me invitan a bailar con ellos para alejarme de mis compañeros que son maleantes e incluso me ofrecen irme a dormir con ellos, me ofrecen una habitación, para evitarme la desgracia de caer en las garras de "esos perros" (como dijeron ellas). 

En una conversación con policias que nos paran en el taxi que íbamos por estar cantando demasiado fuerte, los policias piden la documentación a mis compañeros (peruano y boliviano pero con aires de peruano) pero ni mi a mi compañera suiza ni a mí (a mi por eso si me preguntan mi nacionalidad) nos piden ningún tipo de acreditación. Para más Inri, nos preguntan si los conocemos y nos dicen que vayamos con cuidado con gente así que puede ser peligrosa (nos lo recuerdan un par de veces durante la conversación mantenida con ellos). Y todo por ser peruano o demasiado moreno...

Hablando con mis compañeros me cuentan que es normal, que están acostumbrados a que les traten así, por otro lado, ellos se sienten seguros, ya que esa lacra que arrastran les ayuda a alejar a los verdaderos maleantes. Por otro lado, esto hace también que cada  vez se sientan más orgullosos de su origen y de su color.

Yo me voy pensando en este racismo evidente, habitual y notorio, del que nadie se avergüenza ni siquiera se cuestiona. "los peruanos son...", "este tiene pinta de maleante", "Cuidado con ellos", "son unos perros"....pero ¿a partir de qué parámetros se juzga la nobleza o la bondad de una persona,?  ¿a partir de su cara?¿de su pinta? ¿de su nacionalidad? ¿de lo que creo que me dice mi intuición?. Claro, mi respuesta ante todo ellos era reafirmar la bondad de esas personas que me acompañaban, decir que no había problema que eran buena gente y que me estaban tratado bien. Ellos me miraban con cara de incredulidad, con una cara de "no puede ser"...Y yo no podia dejar de sentirme molesta por ver cómo la gente se crea su mundo de prejuicios y mentiras y vive encerrado en él, pensando que su verdad es absoluta.


lunes, 4 de abril de 2011

Recuperando aquello que teníamos olvidado.

Nuestra sociedad occidental ha perdido una serie de valores que encuentro aquí en Bolivia. Ha sido un encuentro, una sorpresa que me maravilla, a la vez que no deja de sorprenderme. La idea de Comunidad, de compartir, de responsabilidad con los demás, más allá del egoísmo, es algo que aquí aún puedes encontrar. Del lugar del que vengo, ya no queda ni rastro, ha quedado todo absorbido por una sociedad individualista del "yo" por encima de todo, de nuestra libertad por encima de todo.... Una libertad llevada al infantilismo más immaduro de ser un eterno adolescente consentido egoísta y libre de compromisos. Y uno así, cree que es libre, se cree además con la suerte de poder decidir sobre su vida....Pero un immenso vacío desolador, una enorme desorientación, deshubicación en el mundo, nos corroe y se nos come...

La idea de comunidad que sostiene, que comparte, donde se estrechan los lazos, donde se siente de verdad sentimientos de fraternidad, de formar parte de algo, un tejido fuerte que va más allá de tu família pero que la sientes como algo igual de importante, aquí todavía perdura. No sabemos hasta cuando, quizás se acabará esfumando cuando el Capitalismo más voraz acabe colándose por todos los poros de esta sociedad, como ha pasado en occidente y como, no nos engañemos, ya está pasando aquí. 

Pero de momento aún podemos disfrutar de muchos momentos para compartir: compartimos la coca, la pilchamos juntos, nos invitamos a mate constantemente, nos pasamos las pipas y cigarrillos, nos pasamos la bebida, nos invitamos a comer (hoy tú, mañana yo) te traigo esto para que pruebes, te acojo en mi casa, te invito a algo caliente, sube a cenar, besos y abrazos diarios entre compañeros, conocidos y amigos...un cuidar permanentemente....

En este tiempo he sido capaz de sentirme llena, ubicada, reencontrada, a la vez que protegida, sostenida, formando parte de algo que he sentido profundo, importante, básico para no sentir la soledad y la alienación que nos ofrece un mundo gris, egoísta, vació, desconectado de sentimientos, muy libre sí, pero al fin y al cabo muerto.

Hay tanto que desaprender...tanto que aprender...tanto que recordar para volver a hacer...y nos creemos superiores...¿superiores a quién?¿de qué?...una lección de vida...