sábado, 27 de agosto de 2011

El salar de Uyuni: cuando el cielo y la tierra se funden.


Durante este mes, he tenido la oportunidad de admirar el paisaje que creo que es uno de los más bellos del mundo: El Salar de Uyuni. A medio día de la Paz, uno puede admirar la belleza de un  paisaje que escapa a todo lo conocido, que no parece real, más uno piensa que está viviendo un sueño. No es que haya viajado mucho a lo largo de mi vida, pero mi intuición me dice que hay pocos espacios tan fascinantes como este. Un lugar donde te sientes verdaderamente pequeño, minúsculo, insignificante. Un lugar donde no logras divisar el fin porque el salar se extiende kilómetros y kilómetros allá en el horizonte. Un lugar donde cielo y tierra se funde y no sabes si pisas la tierra o el cielo. Puedes jugar a pisar las nubes, a creer que las pidras flotan, a que estás en la antártida, o en la luna o simplemente en un lugar que no existe, fruto de un sueño. Me he quedado perpleja durante largos ratos extrayándome de lo que veían mis ojos, me he emocionando, observando boquiabierta la puesta de sol sobre el salar y me he maravillado sintiéndome ridículamente minúscula. Un verdadero placer para los sentidos y un sosiego para el alma.