lunes, 16 de mayo de 2011

Moyapampa

Alrededores de Mollapampa

Moyapampa es una comunidad que se encuentra a seis horas en bus desde la Paz. Para llegar a ella hay que pasar por el Altiplano y por una de las puntas del Titicaca, que ambos siempre son un buen aliciente para hacer el viaje más llevadero.

Me encanta coger la mobilidad y admirar el paisaje desde la ventana. Uno nunca se cansa de mirarlo, aunque haya pasado por allí diversas veces. Lo mísmo me pasa cuando voy a la escuela todos los días en el bus para ir a Achocalla, que, para llegar. hay que ascender de la Paz al Alto. Es un camino que nos regala una de las vistas más alucinantes del Illimani. Pues cada día, aún después de cuatro meses, me quedo sin aliento cada vez que lo veo, imponente, enorme, nevado...tiene una magia, una energia que es difícil de explicar. Como cuando nos quedamos mirando al fuego fíjamente sin darnos cuenta, sin hablar, completamente absortos frente a su poder de atracción...Lo mísmo pasa con el Illimani y con muchos de los paisajes que me encuentro en Bolívia.


Pero me estoy desviando del tema, hablaba de Moyapampa. Como decía, es una comunidad donde viven 50 personas que se dedican a la agricultura y la ramaderia. Cultivan mayoritariamente oca (especie de papa) y papas y pastorean alpacas y llamas sobretodo. Por su ubicación, es una zona fría donde la neblina está bien presente a medida que el sol cae. Es una zona de valles encajonados en montañas, algunas sinuosas y otras más escarpadas.
En Moyapampa, nos recibió doña Petrona, la líder de la comunidad, una señora de unos 45 años, de esas que se las ve a primera vista bien fuertes y con las cosas bien claras. Vestida con su atuendo típicamente quechua de la zona, con su sombrero lleno de flores.

Nos invitó a su casa y a un almuerzo a base de pan con huevo y mate de toronjil. Unos huevos deliciosos...que pensava ¿cómo los había hecho? (mis huevos también son de corral...). 

Doña Petrona vive en una casa grande pero sencilla, sin lujos (hasta hace muy poco no tenian ni agua ni electricidad) con sus 7 hijos (dos están estudiando en la Paz) y su marido Isaac. Viven de la cria de llamas y alpacas, cultivan la tierra y tienen telares junto a otros comunarios. Lo mejor de su casa, unas vistas al valle que quitan la respiración.

Rio de Mollapampa con las alpacas de expectadoras.

Llevan una vida dura, una vida sacrificada al campo a sus animales, a sus hijos y a su proyecto educativo con niños, mujeres y jóvenes. Poco tiempo tiene doña Petrona para destinarlo a ella mísma, demasiadas obligaciones, demasiados compromisos...

La acompañamos a lavar la ropa al río. Durante un par de horas, pudimos admirar la belleza del paisaje,  mientras, un grupo de alpacas, pastaban a nuestro lado, junto al rio. El ruído del  agua, le hizo recordar a nuestra anfitriona, que de él, los lugareños sacan sus melodías. Éstas pueden variar, como es obvio, dependiendo de la estación: el río no suena siempre igual.

Un paseo breve por la zona, para admirar la luna creciente y las hermosas montañas que abrigan el paisaje, dio lugar a una asamblea de 4 h con los vecinos de la zona para hablar de la organización de la estancia de los chicos del Kurmi en la comunidad. A parte de este tema se hablaron otros temas de interés para la comunidad.




Una cena ligera a base de arroz, papa y un pedacito de carne, dio lugar a una velada acompañada de coca, cigarrillos y vino, donde Doña Petrona, Isaac y Winsor (mi compañero de viaje) me regalaban los oídos hablando de músicas, danzas y leyendas....mientras el piso se iba cubriendo de ceniza, de vino challado y hojas de coca.

Al día siguiente, era el día de nuestra marcha, que aprovechamos para hacer una caminata de un par de horas al pueblo siguiente y poder admirar así la belleza de la zona. Realmente ha sido uno de los paisajes más impresionantes que he visto: a cada curba un nuevo paisaje, diferente al anterior, nos arrancaba un ¡ohhhhhh!...Una tierra bien rica, bien impresionante...bien diferente a todo lo visto anteriormente....



























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