miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un adiós que se alarga en el tiempo....

Siempre las despedidas son tristes, tanto que hay personas que no se despiden, otras en cambio, las alargan. Creo que este último es mi caso, llevo creo recordar, dos semanas despidiéndome de la gente que he conocido aquí e incluso con algunas ha habido varias despedidas. Una se resiste a que haya una de definitiva, pero evidentemente, poco a poco fueron llegando. A día de hoy, hay personas que ya no volveré a ver, bueno quien sabe, quizás una vuelva otro año, al menos esa es la intención con la que una se despedide y no dice un adiós, sino un hasta pronto o un hasta luego...pero siendo realistas, almenos tardaré tiempo largo a volver a reconocer sus rostros de nuevo. 

Siempre he creído que hay sensaciones para muchas situaciones, y como no iba a ser menos, hay una sensación para la despedida de un lugar cuando una renuncia a irse de corazón. Es una mezcla de pesadumbre, melancolía y tristeza, entrelazada con la alegría de volver a todos aquéllos que dejaste tras tu marcha y que en cierto modo también anhelas volver a ver. Así que se genera todo un cóctel de emociones bien contradictorias...aunque en mi caso, gane por un poquito la pesadumbre de un corazón que empieza a sentirse vacío.

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