lunes, 24 de enero de 2011

Los primeros dias....

Desde Jupapina

Los días van pasando pausados desde mi llegada. Una adaptación calmada a lo que será un cambio de vida por algun tiempo. No hay prisas, todo se sucede lento, con dias dilatados que me ayudan a tomar perspectiva de donde me encuentro. El cambio no es poco: Nuevo continente, nuevo país, nueva cultura, nuevos hábitos, nuevas caras, otra comida, otro ritmo... alejada de todo lo que conformaba mi mundo, que aunque inestable, era lo que tenía.

Son ya tres días, desde que aterricé y aún me encuentro en un periodo de asentamiento, de ver donde me encuentro y que pasa a mi alrededor. Un momento de ubicación en esta ciudad caótica que de momento diviso a lo lejos. En general me encuentro bien, no he sufrido el mal de altura o almenos eso creo, no he tenido mareos, ni dolores de cabeza y el segundo día de mi llegada hice un par de caminatas largas, la de la mañana bajo un sol de justicia. El único malestar es la hinchazón de pies y manos que de vez en cuando me dan la lata. Espero sea algo transitorio y que pueda curar con la crema de lagartija que me vendieron en la calle de las brujas. Ya os contaré si resultó.

De momento mis horas de sueño son largas, mi cuerpo necesita acomodarse al nuevo contexto, aunque ya em mi tercer noche ya casi duermo lo que se podría considerar normal. Lo más curioso desde que estoy aquí es que sueño muchísimo y con mucha gente diversa, amigos y conocidos. Los sueños son nítidos y claros y se suceden unos detrás de otros. Como me voy despertando cada dos horas, unas tres o cuatro veces en la noche, cada vez que despierto, sueño otra cosa diferente. En España no suelo recordarlos y aquí sí, será la altura?

Durante estos días estoy en casa de los directores de la escuela, ellos me han ofrecido su casa hasta que tenga un espacio para vivir, que seguramente no será ya en Achocalla, si no probablemente en la Paz. Las condiciones en Achocalla son muy precarias y el espacio que nos ofrecieron es muy básico, demasiado para una persona que viene de la ciudad y que ha tenido una vida de comodidades tales como agua caliente, lavabo en el interior de la casa, estufa o calefacción...Se trata de un estilo de vida, no sólo en el campo, si no totalmente rural con los servivios mínimos, mínimos. La propuesta por tanto que me hicieron, fue la de vivir en La Paz y ver más adelante si me interesaria vivir en Achocalla, una vez conozca a la gente de allí y las famílias, y tal vez podamos encontrar a alguien que me pueda acoger.

Realmente estos días me han hecho sentir muy acogida. Es de agradaecer cuando llegas a un sitio nuevo, donde no conoces nada  que te acompañen durante los primeros días .En esto Karin y Pity han sido unos magníficos anfitriones que me han echo sentir como en casa, explicándome todo tipo de cosas sobre el país y su escuela. Creo que nunca podré agradecérselo lo suficiente lo que estan haciendo por mí.

Escribo estas primeras lineas, desde su casa en Jupapina, una casa situada entre este pequeño pueblo de gentes sencillas, que crece atravesado por una carretera, y Mallasa, pequeño núcleo conocido por su Zoo y su parque que se llenan de gente de todos lares los fines de semana.

La casa en la que viven es realmente hermosa, una casa grande para albergar a su gran familia. Una casa con unas vistas increíbles a los cerros y donde diviso la Muela del Diablo y las montañas imponentes donde por las noches, planea una luna llena preciosa. Un espacio privilegiado donde sentada en la pequeña mesa de madera veo trancurrir el dia entre sonidos de pájaros y la nueva serrería que se escucha funcionar entre ruidos de camiones que vienen y van.

Aquí juegan Nawel, el hijo pequeño y su amiguito Eidan, el nieto de Erminda, la señora que ayuda en la casa que es todo ternura y corazón. Cuando los veo jugar veo la suerte que tienen de tener este espacio donde juegan y juegan incansablemente con todas las oportunidades que les ofrece la casa y el jardín: el arenal donde construyen sus lagos y hacen nadar a los peces y a todos los animales posibles, incluso a sus dinosaurios. Sus aviones hechos de Mecano que los hacen volar y volar correteando por todo el jardín...son unos niños encantadores que te arrastran a jugar con ellos y a participar de sus aventuras y de su mundo lleno de curiosidad y aventuras. Cuando los veo, pienso en que un lugar así es el espacio idóneo donde querría que mis hijos creciesen, seguro que felices y llenos de vida. Aqui desarrollan sus capacidades imaginativas y creativas, sin televisión, sin máquinas ni ordenadores que los absorven y los evaden en sueños artificiales. Aquí la vida late auténtica, viva y poderosa.

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