Hace una semana que vivo sola en un pequeño departamento del barrio de Miraflores. Es un espacio en el que me siento cómoda y rápidamente he hecho mio. No tiene las comodidades que estoy acostumbrada pero no me importa, es una manera de deshaprender o aprender el valor de las cosas que no son verdaderamente importantes en la vida. Podemos vivir sin una ducha por donde cada día sale el agua caliente: Caliento el agua en una tetera y la pongo en un balde, como me cuenta que hacía mi madre.
Podemos vivir sin una nevera para guardar los alimentos, consumiendo sólo lo que necesitamos en el día a día o a dos días vista, destinando un tiempo diario a pensar en cómo nos vamos a alimentar, en qué vamos a comer hoy...Aprendiendo a no acumular, a no tirar, a no comprar de más. Se puede vivir sin lavadora, con una pica, jabón y cepillo...con la música de fondo lavo una a una, pieza a pieza cada uno de mis calcetines, mi ropa interior, mis camisetas...dedicándole un rato a cada uno de ellos, con el sol calentándome los brazos...Cuando acabo lo cuelgo todo en una cuerda para que el sol la seque, y me detengo para ver como, gota a gota, el suelo se moja...
Realmente he llegado a ser feliz con cada uno de estos detalles, viendo como la vida es más que un cúmulo de cosas que nos hacen la vida más fácil. Eso no es la vida, la vida es darse cuenta de que podemos ser felices prescindiendo de todo aquello que realmente no no es vital. De alguna manera es como liberador, romper las cadenas de aquellos yugos invisibles a los que nos vemos anclados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario