Ayer hablaba con H., una mujer "cholita" (se les llama cholas de manera despectiva a aquellas mujeres que provienen del campo y viven en ciudades grandes. Son fruto de la migración interna, ya que tuvieron que venir a la ciudad en busca de una vida mejor. Se les llama "cholita" de manera cariñosa.). Se les reconoce por su atuendo tradicional, su falda de pliegues (pollera) sus largas trenzas negras y su bombín (que pueden o no llevarlo). Me explicaba, aunque ya lo había oído en alguna ocasión, el trato desagradable y vejatorio que reciben muchas personas que provienen del campo cuando van por ejemplo al médico, al dentista o cuando cogen por ejemplo un taxi. No salia de mi asombro al escuchar sus palabras.
Comentaba que existe una gran diferencia en el trato si lo comparamos con el que podría recibir alguna persona de la zona sur por ejemplo (Un dato curioso en la Paz, es que la zona "alta" que conocemos aqui se invierte, la gente humilde, vive en la zona "alta" de la ciudad, como es el caso del Alto y la gente pudiente, se localiza al sur de la ciudad). Me decía que después del accidente que sufrió, del que tenía que ser operada con urgencia, el médico le dijo que hasta cuatro días más tarde no podían operarla. Tuvo que intervenir una persona, no boliviana, si no europea de origen, para que H. pudiera ser operada con urgencia. Me explicó varias anécdotas donde se repetían estas situaciones.
Comentaba que existe una gran diferencia en el trato si lo comparamos con el que podría recibir alguna persona de la zona sur por ejemplo (Un dato curioso en la Paz, es que la zona "alta" que conocemos aqui se invierte, la gente humilde, vive en la zona "alta" de la ciudad, como es el caso del Alto y la gente pudiente, se localiza al sur de la ciudad). Me decía que después del accidente que sufrió, del que tenía que ser operada con urgencia, el médico le dijo que hasta cuatro días más tarde no podían operarla. Tuvo que intervenir una persona, no boliviana, si no europea de origen, para que H. pudiera ser operada con urgencia. Me explicó varias anécdotas donde se repetían estas situaciones.
Lo más curioso de todo, es que los comentarios y los actos racistas y clasistas que se producen, quedan totalmente impunes y son dichos y redichos con total normalidad, como si alguien tuviera derecho a tratar diferente a una persona por su origen social, cultural o económico.
Y esta visión de las personas originarias del campo, no cambia, se encuentra enquilosada des de hace muchos años atrás. Es una pena que su cultura y su forma de vestir, acabe siendo una lacra para ellas, un símbolo de inferioridad respecto a aquellas personas que optan por rechazar su cultura ancestral y sumarse al carro de las modas, los hábitos y la mentalidad occidental.
La cultura andina, a menudo es una vergüenza para algunas personas que crecen en los entornos urbanos. Mucha gente renuncia a su cultura Aimara, por ejemplo, dejan de hablar la lengua y hasta se avergüenzan de que su madre vista de "pollera"....por suerte, existe un movimiento renovado de gente joven y comprometida con su cultura, que lucha cada día por recuperar la lengua, recordar las tradiciones, cantar sus canciones y enseñar sus danzas, y así devolver la dignidad a todas esas personas que un día perdieron. Espero que llegue el día en que la gente pueda hablar de ello con orgullo y que desista el trato injusto que recibe aquella gente, que renuncia a perder su identidad.
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